domingo, 26 de septiembre de 2010

A la rima un verso, al verso un beso, y a ese beso un adiós cavilado por la mente.


No hay tormentos cómo el mío; que hago digo y siento lo que pienso. no hay noches tan oscuras, dónde la reflexión se vuelve el aire que respiran mis recuerdos. no hay instantes cómo los de lluvia, y llueve porque la tristeza ha ahogado mi pena, la agotó y le ha dejado claro que ya no hay desesperación. Por ese beso las cosas dejaron de sopesarse solas, y empezaron en mi mente a recorrer las cálidas noches: abrigadoras, embriagadoras. Y entonces era el último y más fatal momento de todos, desde allí las personas comenzaron a desvanecerse, los cantos románticos dejaron de existir, era el beso de la muerte, que busca el tiempo con tal ansiedad, pero este ya lo sabe y le rehúye; cómo rehuía yo en ese tiempo las ideas; ahora la fría costumbre ha abrazado mis pensamientos, y autómatas se han esgrimido sobre los básicos sentimientos.

He soltado la sopa de nubes airosas que se paseaban en el candor de los días de invierno, a los días de otoño no hay hojas que le consuelen, y las primaveras han disfrazado los veranos con el veneno que matiza las posibilidades de no existir, le han ilusionado por sobre todo, pero hay que tener cuidado; pues me dijeron alguna vez que la ilusión es el primer paso a la no realidad.

Mientras tanto, los días pasan y el tiempo se asemeja a una gran telaraña de posibilidades, la distancia acorta su camino, y el destino puso fin a su martirio intentando predecir las cosas que sin sentido han sido esbozadas en unos cuantos pedazos de papel; y es burlesco pensar en unos suaves pinceles, porque en realidad lo que existen son grandes teclas que aparecieron con este tiempo que todo ha de cambiar.

En el ahora diviso momentáneas situaciones, y son extremas, profundas y un tanto lastimeras. Los días felices tendrán que llegar, pero yo sólo espero los días de paz, ésos en los que hasta los objetos pueden respirar, ésos que estremecen el espíritu, y lo elevan para por fin hacer sentirse a uno verdaderamente parte de este mundo. Esos sueños que nunca volverán ,suman con la especie del plural el perfil del mágico lugar al que siempre he de llegar, el lugar llamado hogar.

Las respiraciones se han combinado de pasión, de vez en cuando: han murmurado, callado o gritado; se han desvanecido cómo las orugas al ser mariposas, y han vestido un color que nunca se tornó nada aparente, pues siempre fue el mismo.Muchas veces se confundía es cierto, pero solo para tomar un brillo lustroso después de largo tiempo, y volverse incesantes intentando nunca más desaparecer.

Se forjaron murallas que no había alrededor de los cuerpos; y se estropearon las sonrisas, lágrimas y recuerdos. Se fue todo al mismo abismo, no importaba el peso, todo cayó con la fuerza de la realidad, y es que ese generoso tiempo les concedió más instantes de los necesarios, y aún todo éste no fue suficiente; faltaba brazos para los abrazos, y corazones para sentir lo que desbordaba por aquellos cuerpos, faltaron oídos para escuchar los sentimiento y a veces incluso ojos para mirar más dentro. Y a todo esto mis palabras siempre fueron las mismas, mis ideologías no se desvanecieron, crecieron fuertes y aún por eso el sentimiento es eterno; pues allí el tiempo si fue benevolente, y para variar entonces yo no agradecí, sentía que no había justicia.

Al tiempo le faltaron más momentos, al recuerdo le faltaron más recuerdos y a esta vida creo yo, no le faltó más amor, le faltó tal vez ser más diáfana que solo los claros matices , y aún así le falto de todo menos corazón, cada partícula estaba impregnada de esa sensación y entonces si hay un culpable, el culpable es ese Dios: Que se muestra benevolente, que se muestra indiferente, que se muestra cómo la más franca expresión de poder; aunque también está claro que nada aquí se otorga ni se quita, todo se crea y se recrea, cómo cuándo ya me decía mi curador , que todo está gravitando en un inmenso campo de transformación.

Se ha formado un hálito en la mañana, sé que no fui yo y que no había ningún ser en al menos quince millas, pero se sintió cercano. fuiste tú y tu inmenso poder , diciéndome "tranquila, todo va a estar bien", pero nada ha estado bien; el clima se me antoja apagado y las aves han muerto de frio y ya no cantarán nunca más , igual las mariposas han perdido los colores, sólo una humilde flor brilla incólume cómo siempre, y entonces sé que allí estás tú, que allí está él, que allí aguarda mi corazón con el tiempo perdiéndose entre las voces de un oscuro pasado que no fue infeliz, de un pasado lastimero pero gustoso, de uno que me llevó al límite, y entonces los años no parecen ser tan poderosos, es más, existe la posibilidad de un tiempo que mi perspectiva atisba cómo llevadero.