En mi cama hace un momento me dije: debo concluir, finalmente, todos estamos solos. Inconscientemente adopté una actitud poco injusta y además sin gratitud a aquellos amigos que verdaderamente existen y que, simplemente simbolizan toda esa incógnita, para algunos, mientras que para otros, como en mi caso, muy familiar y orgullosa de conocer la “amistad”. Saber qué hacer con ello, saber qué decir al respecto no me permite culminar y manifestar todos los sentimientos y emociones que producen en mí recordar momentos junto a ellos. Probablemente, es difícil poder descifrar y más que ello, definir un estado interpersonal que supera aquellos pequeños inconvenientes y/o grandes discusiones con nuestros semejantes, y es que cada vez que me pregunto qué es amistad, me repregunto si soy una verdadera amiga o qué me puede faltar. La respuesta; sé que debo hacer bastante y sé que aceptar mis errores y plasmarlos se me hacen aún mucho más difíciles.
Pero hoy más allá del percance y un poco de tristeza frente a la situación interpersonal universitaria que llevo ya dos años, tiempo que la verdad, aún se me hace increíble e inestable, comprendí cuánto vale una persona, cuánto encierra cada ser humano, cuánto podemos juzgar a uno, cuánto podemos desconocer tanto de uno, y cuánto puede influenciar en ello el Derecho.
Mi carrera sí es estupenda, jugando con cada ser humano, con cada pequeño universo, qué compleja se convierte y qué dimensión puede tener y aún no internalizo este detalle, porque si bien está para regular, coaccionar, lo está para armonizar. Y hay que decir que armonizar implica tanto, y justo recuerdo de cómo nos llevamos en mi familia, y nuevamente las relaciones interpersonales fluyen, y nuevamente tal vez no analice bien antes de juzgar o tomar una opinión al respecto, el mundo que encierra, esa infinidad de componentes que cala tanto en una persona, en mi otro yo, en el sentido de su composición exterior y material; pero con un concentrado diferente.
Quizá dentro de ello se encuentre también una causa a todos los problemas, pequeños altibajos , no saber comprender, no presenciar qué guarda uno en su más íntimo refugio, en su mínima partícula, con cada recuerdo y con cada pensamiento producto de una vivencia impregnada en el alma, quizá ni si quiera comprendemos cuánto vale el ser humano, quizá no sepamos valorarnos para valorar a otro, quizá no tomemos en cuenta que en este también universo, somos nosotros y la nada, sólo nosotros como una gran familia, dueños de un propio terreno, que fácilmente, si existieran otros extraños, por la poca fuerza y reciprocidad, nos arrebatarían nuestro hogar, nos arrebatarían nuestras vidas.
¿Egoísmo? ¿Hipocresía? ¿Incompatibilidad?
Termino las clases y, al parecer, todo este clima anda igual.
Que no me aleje, que no me entristezca, tan solo que aprenda.
El título guarda relación con el cuerpo de la "entrada". Sin embargo, me veo en la necesidad de comentar que, tal vez, a la escritora le faltan algunos ciclos más de carrera ;-). Ánimo.
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