martes, 20 de julio de 2010

Y construiste con esas dos ruedas, un instrumento para huir sigilosamente lejos de mí. Como si no lo sintiera, como si no te escuchara. Como si creyeses que mis oídos no son tan agudos como los tuyos. Como si mis cinco sentidos te llegaran a los tobillos. Como si fuera lo que realmente crees que soy...nada.

Pues, te equivocas.




Te equivocas, si dejas nuevamente ahogarte por esa estúpida modestia. Sé lo que soy, sé lo que eres, y no vas a negar que el humo que dejaste flotando atrás tuyo, hirieron mis ojos tanto como dos de tus garras. No vas a negar que deseaste que la ceniza quemara mis huesos, que me ahogara en tu lluvia, que muriera en silencio; tan solo para recordarme, con odio, que te amo. Tan solo para recordarme que ando pudriéndome, y que soy el banquete de todas estas moscas. Que soy nada sin ti.




Pero, descuida. Esta es una más de mis tontas ficciones. Es una más de aquellas locuras que se cruzan por la cabeza del pájaro cada vez que se siente en un callejón sin salida.
Es el resultado de una mente que no tiene otro paradero.

Es esa hiel que se alimenta con amor.

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