HOY por la mañana, quemaste mis labios con mil besos. LUEGO, el café que preparaste al desayuno, quemó mi lengua ANTES de que las endemoniadas ganas de quemar la universidad trituraran mi cerebro mientras te acompañaba en el cafetín; SEGUIDO de las quemaduras que el sol provocó en mi rostro mientras caminaba contigo, DESPUÉS de que el chifa que almorzamos juntas quemara de nuevo mi lengua.
Y AHORA, que me queman los ojos porque no te veo, siento la urgencia de correr hacia ti para sentirme nuevamente quemada.
Aclaración: No soy masoquista, solo te amo como una imbécil.
miércoles, 24 de marzo de 2010
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quemémonos hasta el réquiem de los relojes.
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